CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA – En una forma personal, original, en Rulfo se hacen presentas las técnicas características de la nueva narrativa: monólogo interior, ruptura del tiempo y del espacio, escamoteo de lo melodramático, lentitud, ausencia de desenlace.
El lenguaje es uno de los aspectos estilísticos que fundamentan la originalidad y éxito de este escritor, un lenguaje simple y al mismo tiempo mágico, que a la vez que pretende reflejar un ambiente, contribuye a crearlo, trascendiendo la realidad de donde fue tomado. Este lenguaje es tan parco y severo como su mundo; su fuerza radica en la economía, y su efecto es acumulativo. Rulfo no cuenta una historia: capta la esencia de una experiencia; son los pequeños detalles los que fijan una escena y trasmiten viva la emoción que la anima. Esa emoción surge a menudo del uso que hace Rulfo del lenguaje popular, que es un lenguaje hablado y rítmico, que más que interpretar o reflejar la realidad parece estar creándola en cada giro expresivo.
Los textos de Rulfo se presentan al lector con un nítido aire de cosa hablada, producto del doble proceso de asimilación del lenguaje popular y elaboración estética de ese lenguaje. Declara el propio Rulfo: “Es un lenguaje hablado. No es un lenguaje captado, no es que uno vaya allá con una grabadora a captar lo que dice esa gente, es decir, a observar: ‘A ver cómo hablan. Voy a aprender su forma de hablar’. Aquí no hay eso. Así oí hablar desde que nací en mi casa, y así hablan las gentes de esos lugares”.
Evitar caer en el barroquismo constituye su firme posición estilística, que lo conduce a su tarea depuradora, que desnuda al máximo su escritura, llegando, por ejemplo, a sustraerse como relator, prescindiendo de sí mismo para fusionarse en el habla de sus personajes.
La sencillez, producto de la depuración, de sus oraciones breves, del limitado uso de la adjetivación, caracteriza el estilo rulfiano y se convierte en uno de los factores que le brinda mayor vigor al trasmitir despojadamente vivencias intensas.
PRODUCCIÓN LITERARIA – Solo tres libros ha dado a conocer Rulfo: “El llano en llamas” (1953), “Pedro Páramo” (1955), y “El gallo de oro” (1980). Durante años se ha mantenido la expectativa de la lenta elaboración de una probable nueva novela, “La cordillera”, que nunca salió a la luz. Y se sabe que existió otra, hoy perdida (“El hijo del desaliento”), o destruida por él mismo, de la cual habría quedado un fragmento publicado en 1959 bajo el título “Un pedazo de noche”. “Días de floresta” es título de otra supuesta obra jamás conocida.
“El llano en llamas” – Bajo este título, Rulfo reunió en 1953 quince cuentos escritos durante unos diez años.
Estos relatos nos muestran, ante todo, unas tierras duras, desoladas; unas aldeas que se quedan solas y se desmoronan, habitadas casi únicamente por los muertos. En algún caso, hay alusiones a las injusticias en los repartos de tierra después de la Revolución. Las personas que viven en este mundo rural están condenadas a la miseria o al éxodo. Frecuentemente hay bandidos, perseguidos. La miseria física engendra toda suerte de miserias morales: supersticiones, odios, crímenes, venganzas, degradaciones. En suma, un mundo desesperado y violento, presidido por el hambre, la soledad y la muerte.