Hablamos
de Nueva Narrativa para referirnos a obras que presentan un cambio radical,
tanto en lo temático como en lo formal, con respecto a la novela que se dio en
Hispanoamérica aproximadamente hasta los años cuarenta.
Hasta
ese momento el autor mantenía una estricta actitud regionalista en la observación
del mundo americano. Es por eso que hablamos de novela regionalista o novela de
tierra. Entre sus representantes tenemos al venezolano Rómulo Gallegos, autor
de “Doña Bárbara” (1929) y al colombiano José Eustasio Rivera, autor de “La Vorágine” (1924). En
este tipo de novela, que mantiene los moldes de la narrativa tradicional, el
narrador muestra una gran capacidad para captar la realidad social, presenta a
los personajes unidos a la tierra que habitan, y hay una sobrevaloración del
paisaje.
La línea divisoria entre la novela
regionalista y la
Nueva Narrativa se ubica en la década del cuarenta, porque en
ella se da un salto cualitativo en la novela hispanoamericana. “Tierra de
Nadie” aparece en 1941 y “Para esta noche”, en 1943, ambas del
uruguayo Juan Carlos Onetti; Jorge Luis Borges publica “Ficciones” en
1944. En 1948 se publica “El túnel” de Ernesto Sábato. En ese año
también aparece “Adán Buenosayres” de Leopoldo Marechal. “El reino de
este mundo” de Alejo Carpentier, en 1949. La década se cierra con “La Vida Breve”, de
Onetti, publicada en 1950.
CAUSAS – Las causas por las cuales
se produce este cambio que nos permite hablar de una Nueva Narrativa
Hispanoamericana son múltiples y de diferente índole.
Debemos tener en cuenta que el paso de
la narrativa de moldes tradicionales a la nueva no se da en forma abrupta. Ya
existían obras antes del cuarenta (como las del argentino Roberto Arlt y las
del guatemalteco Miguel Ángel Asturias) que apuntaban a una renovación.
Una causa importante fue la influencia
de los grandes innovadores de la narrativa europea y norteamericana, como
Joyce, Kafka, Faulkner.
Por otra parte, la caída de la República Española
(1939) hizo que muchos intelectuales emigraran a Hispanoamérica, principalmente
a México y al Río de la Plata,
provocando un efecto dinamizador en los ámbitos intelectuales.
Otro factor a tener en cuenta es que el
aumento de la enseñanza secundaria y la emigración del campo a la ciudad, que
se dio en algunos países, determinó el aumento del número de lectores, lo que
hizo crecer el mercado. Aparecen nuevas revistas y nuevas editoriales.
La causa más importante fue quizás el
impacto que produjo el Surrealismo. Los elementos caracterizadores de este
movimiento (lo irracional, lo onírico, el azar, el desdoblamiento del yo)
aparecen con frecuencia, en forma aislada a veces, combinada otras, en las
obras que constituyen la
Nueva Narrativa.
EL “BOOM”
LITERARIO
– En la década del sesenta la Nueva Narrativa
Hispanoamericana llega a su momento de mayor expansión; las obras de los nuevos
autores se traducen a distintos idiomas y se difunden en todo el mundo
occidental. Este fenómeno es conocido como el “boom” de la literatura latinoamericana.
El término, onomatopeya de una explosión, se origina en la terminología del
marketing norteamericano donde designa el alza brusca de las ventas de
determinado producto en las sociedades de consumo.
Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel
García Márquez, Mario Vargas Llosa, son algunos de los nombres que pasan a ser
conocidos universalmente. Se da el hecho de que en un tiempo relativamente
breve aparecen un gran número de obras de calidad.
Los escritores que integran este
movimiento asumen un compromiso con las diferentes regiones del continente y se
lanzan a la búsqueda de su identidad, con esquemas interpretativos alejados de
generaciones anteriores.
Los actuales narradores sienten la
necesidad imperiosa de elaborar novelas autóctonas que reflejen la realidad de
América, buscando lo universal en el específico contexto americano.
El “boom” no constituye una escuela o un
movimiento; los autores son diferentes entre sí. Podemos, sin embargo, señalar tendencias:
1)
Los
hechos ya no son narrados linealmente como en la narrativa tradicional. El
particular manejo del tiempo es un elemento distintivo en muchos de los nuevos
novelistas. Los saltos temporales, el tiempo dado desde la dimensión interior
de los personajes, la reversibilidad temporal, marcan una ruptura de la
linealidad cronológica.
2)
La
novela presenta una estructura mucho más compleja que en la narrativa
tradicional, donde el mundo aparecía ordenado y lógico. Este cambio en la
estructura refleja un cambio en la manera de captar y mostrar la realidad, que
para el nuevo narrador es caótica y múltiple.
3)
Se
destacan los aspectos irracionales y misteriosos de la existencia humana.
4)
Más
que mostrar la realidad social que rodea a los personajes, preocupa expresar
sus conflictos existenciales, sus grandes dudas.
5)
Se
dejan de lado los escenarios realistas que se veían en la novela regionalista,
y se reemplazan por espacios imaginarios y míticos.
6)
Hay
un cambio en la posición del narrador. Se reemplaza el narrador omnisciente en
tercera persona, por el narrador en primera persona. A veces aparecen
narradores múltiples.
7)
Los
recursos humorísticos aparecen con frecuencia. Por ejemplo: “Pantaleón y las
visitadoras” de Mario Vargas Llosa y “Los funerales de la Mamá Grande” de
Gabriel García Márquez.
8)
Se
incorporan temas considerados tabúes, como el incesto (“Cien años de
soledad” de García Márquez), la masturbación (“La ciudad y los perros”
de Vargas Llosa), la homosexualidad (“Conversación en la catedral” de
Vargas Llosa), etc.
9)
Hay
una mayor utilización de elementos simbólicos.